A veces siento miedo.
Me da miedo la incertidumbre.
No saber.
No conocer.
A veces me asusta no saber qué puede suceder después.
A veces me asusta no saber lo que me depara el futuro.
A veces me asusta lo que he dejado en el pasado.
Suelo pensar que muchas veces es mejor avanzar sin mirar atrás, sin arrepentimientos, sin titubeos, pero siempre aprendiendo de lo que pasó.
Creo que no debemos olvidarnos de lo que fuimos ni lo que hicimos, porque eso nos hizo ser quienes somos hoy.
A veces me asusta no tener sobre qué escribir.
Que se me acaben las ideas, la inspiración.
A veces me asusta quedarme en blanco y no poder sacar nada de mí.
Suelo quedarme muchas veces sentada, quieta, con los ojos cerrados, pensando. Muchas veces no se me viene nada a la cabeza, otras veces las ideas fluyen como una catarata y no puedo dejar de escribir. Sobre todo, sobre nada, sobre cualquier cosa. Creo, y quiero seguir creyendo que nunca dejaré de escribir.
A veces me asustan los sentimientos tan fuertes que puedo llegar a sentir.
La profundidad de lo que sentimos nos puede hacer más fuertes, o nos puede destruir.
A veces me asusta hundirme en mi propio dolor y no poder salir.
Suelo tomarme un tiempo para respirar y darle vueltas a todo. A veces suelo pensarlo demasiado. A veces deja de importarme y lo dejo correr. A veces me afecta demasiado y no lo puedo dejar ir. Creo que nunca llegamos a liberarnos completamente de un sentimiento que estuvo ahí, rondando.
A veces me asusta la fragilidad del ser humano, la fragilidad de la vida, de una simple respiración.
A veces miro a mi alrededor, y me asusta lo que ven mis ojos.
A veces prefiero mantenerlos cerrados.
Sin embargo, aunque cerremos los ojos, sé que las cosas seguirán sucediendo. Que nos encerremos en nuestro propio mundo, no quiere decir que el resto del mundo se quedará quieto esperando que salgamos. Creo que no podemos dejar nada a la suerte.
He decidido, hoy, como muchas otras veces, que es hora de ser fuertes y luchar. Por lo que creemos, por lo que somos, por lo que queremos ser.
Es hora de dejar de esperar que las cosas sucedan, y hacer que las cosas pasen, de una vez.