Te puede tocar cualquier cosa. En cualquier momento, así estés preparado o no. Así no estés listo, puede venir.
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Las líneas mencionadas arriba las escribí hoy en la mañana antes de salir de mi casa y las dejé ahí, abiertas a cualquier cosa.
Coincidencia o no, no lo sé, fue que al leerlas ahora en la noche las puedo relacionar con los acontecimientos ocurridos desde ayer (aunque recién me enteré hoy) en Japón: desde el terremoto, hasta el tsunami que amenazó a varios países costeros, pasando por todas las alarmas, desgracias y desastres.
Y este tipo de acontecimientos hace que me pregunte varias cosas, como por ejemplo: ¿cómo quedarse indiferente frente a las cosas que pasan en el mundo? Gracias a la tecnología, la información corre a una velocidad impresionante. Si no te enteras por el periódico, lo ves en las noticias virtuales, en tu iphone, en tu smartphone, por Facebook o por Twitter.
¿Y qué pasa cuando nos enteramos? Algunos se preocupan, otros entran en pánico, otros simplemente lo twittean, mientras otros toman fotos y a unos cuantos no les importa… Si bien estamos viviendo de “lejos” la desgracia ocurrida en Japón, este hecho ha podido afectarnos indirectamente también. Es más, gracias a la globalización, en realidad todo nos afecta.
Debo confesar que yo misma no me tomé en serio lo del terremoto cuando me enteré en la mañana, es más, han habido tantas amenazas de tsunamis últimamente que en realidad no le presté atención a las alarmas y demás. Sin embargo, cuando me puse a pensar en las consecuencias del terremoto para los japoneses, la cantidad de gente que murió debido al mar que bañó la tierra, todas las edificaciones destrozadas, familias rotas… no pude hacer más que interiorizar toda la información que había visto y transformarla en empatía, en un sentimiento de deseo de que todo saliera bien.
Por lo que he podido leer en las últimas noticias, no ha pasado nada en Perú por el tsunami. Hay personas que andan diciendo que fue por gusto tanta alarma, tanta evacuación, pero yo me pregunto: ¿y si hubiera pasado algo? ¿si nadie hubiera hecho nada, si no hubieran evacuado a las personas que estaban cerca al mar, y pasaba algo grande? Entonces el peso de la culpa por no hacer nada sí hubiera sido enorme e irresponsable.
Soy de las personas que opinan que más vale prevenir que lamentar, y en este caso en particular, estoy de acuerdo con todas las precauciones que se tomaron, aunque no haya sucedido nada más grave acá, felizmente.
Crucemos los dedos para que la situación se normalice, para que la naturaleza se tranquilice y todo vuelva a la normalidad, o al menos a las cosas como las conocemos normalmente.