Relato de cómo leer RARO, sin sentirse normal en el intento.
Al dar vuelta a la última página del libro, sentí esa sensación como cuando das el último bocado a esa hamburguesa de Bembos. Es el bocado más rico, pero te quedas queriendo más.
A lo largo de la lectura (que me tardó más de lo que esperaba, más que nada por falta de tiempo y porque el sueño me vencía a veces), surgieron dentro de mí varias reflexiones que me llevaban siempre a lo mismo: lo raro en el mundo, es encontrar gente normal.
Según mi punto de vista, para que algo o alguien sea considerado “Raro”, debe existir algo que sea “normal”. Pero entonces me pregunto, ´¿qué es ser normal? Yo me considero bastante normal en aspectos básicos: tengo dos ojos (chiquitos, pero son ojos al fin y al cabo), una nariz (que al menos sirve para respirar), una boca (que sonríe y a veces no deja de hablar), y así podría continuar.
También tengo características que me hacen “rara”, como que tengo una marca de nacimiento en la mano izquierda, una cicatriz de 7 puntos en la cabeza, una pierna más larga que la otra y el arco de los pies demasiado pronunciado.
Hablando más profundamente, creo que no puedo considerarme del todo “normal”. Normal es plano, puede resultar hasta incluso medio aburrido. Creo que todos somos medio raros en cierto sentido.
¿Quién no se ha sentido alguna vez como un “asterisco mal dibujado en una fiesta de puntos suspensivos"? Así lo describe “Raro”, y lo presenta como algo “malo”. Pero, ¿quién quiere ser un punto más en un mar de signos sin diversión, cuando puedes ser algo distinto, algo único y destacar saliendo de los parámetros “normales” de la gente?
“Raro”, el personaje (si no has leído el libro aún, sí, así se llama el personaje), divaga mucho, más no resulta aburrido ni tedioso leer sus pensamientos. Considero que, a pesar de que él mismo se considera extraño o “incomprendido”, sus ideas son compartidas por muchas personas, las cuales, dentro de sí mismas, también se sienten solas o incomprendidas.
Libros como “Raro” hacen que nos demos cuenta de que no estamos realmente solos, que siempre hay alguien que piensa como nosotros, que siente lo que sentimos, que pasa por situaciones similares a las nuestras, y puede reaccionar de la misma manera o de forma distinta.
Lo raro (y el uso de la palabra es casual, en serio), es que a veces logramos encontrar la comprensión en personas desconocidas, que no conocen toda nuestra historia o nuestro pasado y no nos juzgan por él. No tienen prejuicios, simplemente nos escuchan y tratan de comprender nuestra rareza.
“No pueden reconstruirse relaciones que nunca existieron” – Renato Cisneros.
Pd: ¿Lo recomiendo? Si quieres pasar un buen rato como un espía mudo dentro de una mente ajena intentando comprender por qué piensa como piensa y encariñándote con un personaje ajeno a ti, que nada y todo tiene que ver contigo, entonces sí, te lo recomiendo.