Hace tiempo que no escribo. Creo que hace más de un mes. No sé si diré hoy algo relevante, no sé qué saldrá. Solo sé que quiero escribir, como antes, como para no pensar de más, como para no hundirme en mi propia locura.
Se supone que ya estamos primavera. En teoría debería salir el sol y todo debería pintar mejor. Pero no. Vivimos en Lima, la de los mil climas. La que es gris por las mañanas, fría y húmeda dependiendo el distrito al que vayas, podría salir sol en la tarde, la gente piensa que habrá terremoto, luego empieza el viento frío y te congelas de nuevo.
Mi humor anda como el clima. Bipolar, cambiante, errante. Puedo estar sin energía en la mañana, sonriente al despertar del todo, puedo estar metida en mis propios pensamientos, dejarme llevar por lo que dice una canción. Puedo fingir alegría, derrochar tristeza y sentir mis ojos como hielos congelados a punto de derretirse.
Hoy no es que tenga algo especial que compartir. Simplemente hay algo que quería salir. Y mi cabeza ahorita es un sancochado de pensamientos enredados que no saben por donde salir.