[Esta entrada la tenía pendiente de publicación hace tiempo, pero no había podido terminarla... hasta ahora]
Cuando era chica jugaba a las muñecas y a las Barbies, a la comidita y a los yaxes...
También me gustaba el fútbol y los carritos de carreras, el fulbito de mano y montar skate.
Nunca me consideré parte del montón de niñas que les gustaba peinarse, maquillarse y vestirse con cosas de sus madres.
En realidad, creo que al verme rodeada siempre de primos/amistades del género masculino, me vi influenciada por sus juegos.
Solía pensar que muchas mujeres juntas eran un peligro (tal vez eso aún lo pienso). Pero solía pensar que las mujeres eran las complicadas y los hombres los centrados y equilibrados.
Será que ahora conozco mejor a la gente, será que los tiempos han cambiado, y con ellos los roles y comportamientos. Ahora pienso diferente.
Hace unos años llegué a la conclusión de que los hombres son tan complicados como las mujeres y en realidad no podremos nunca llegar a entendernos porque ninguno ha podido sentir lo que siente el otro de la manera en que lo siente... y nunca lo hará.
Es también cierto que hay hombres tan (o más) bipolares, excéntricos, atolondrados, desesperados, impacientes, llorones, rajones, sensibles, quejicas, parlanchines, con más prejuicios, y un largo etc... como las mujeres xD...
Solía pensar que juntarme mucho con mujeres iba a terminar por matarme, o, lo que es casi lo mismo, volverme hueca. Pero me di cuenta de que todo depende del tipo de mujeres con las que estés. Las hay huecas en serio, sin remedio, de esas que te dan pena y las miras con pena o desaprobación.
Pero también hay aquellas con las que puedes permitirte comportamientos estúpidos sin sentirte tan estúpida o culpable.
Siempre se aprende algo nuevo, y cada vez uno mismo se conoce mejor.
He aprendido que un ladies' night es una de las cosas más divertidas que pueden existir. Que pintarse las uñas no mata ni engorda. Que hablar con sarcasmo e ironía no siempre es sinónimo de antipatía. Que una opinión femenina es tan buena como una masculina (cada uno desde su punto de vista y del tema que le corresponde).
He aprendido que una mirada intercambiada entre dos amigas dice mucho.
En realidad no importa cuanto tiempo las conozcas... hay una amiga para cada persona, una amiga para cada momento de nuestra vida.
Hay aquellas que las conoces toda la vida, que están lejos algunas veces, pero las tienes muy cerca de tu corazón.
Hay aquellas con quienes compartes tu día a día, con las que haces mil cosas que luego recuerdan y vuelven a reír.
Si hay algo que he aprendido, es que sólo hay una oportunidad para valorar a las amigas que de verdad valen la pena.
Aquellas que no critican, pero opinan y sugieren.
Aquellas que no juzgan, comprenden.
Aquellas que no miran con dureza ni rencor.
Aquellas que no reclaman nada, pero te dan todo.
Aquellas que te dicen que te has vestido mal.
Aquellas que te dicen que tu pelo no está en el mejor de los días.
Aquellas que se ríen cuando te caes, pero te ayudan a levantarte.
Aquellas que te dicen que tienes algo entre los dientes.
Aquellas que saben qué te sucede sin preguntar.
Aquellas que saben cuando estas pensando en él...
Aquellas que saben hacer que dejes de pensar en él.
Aquellas que te sacan la tristeza con una sonrisa.
Aquellas que te llaman sólo para decir hola.
Aquellas que saben tu canción de la semana porque se las has cantado mil veces.
Aquellas que tratas como tus hermanas.
Aquellas que te siguen las bromas.
Aquellas que te siguen la corriente a pesar de que no tenga sentido lo que dices.
Aquellas que te aceptan tal como eres.
Con tus errores, tus caprichos.
En los días en los que no hablas.
En los días en los que hablas por los codos.
En los días en los que no paras de llorar.
En los días en los que no paras de reír.
[Agradecimientos especiales a Gaby Barra, que me mandó el mail en el cual me inspiré para esta entrada]