¿Por qué las mamás siempre tienen razón? Hay muchos casos que, aunque no son científicamente comprobados, lo demuestran.
Uno de esos casos lo viví hoy.
Mi mamá siempre me decía que ponga el seguro de la puerta cuando fuera a salir por un rato, por si la puerta se me cerraba y yo me quedaba afuera.
A veces, cuando me acordaba, lo hacía, pero no era algo que tuviera realmente presente. Total, podía salir con mi llave en la mano, no?
En fin, hoy la señora que va a limpiar mi casa me avisó que ya se iba, entonces yo la acompañé, saliendo por la puerta de la cocina, con las llaves en la mano. Abrí la puerta de la calle, la despedí, cerré la puerta de la calle y escuché: PUM. Y en mi mente pensé: oh no…
Cuando volví a la puerta de la cocina, se había cerrado, conmigo afuera. Miré las llaves que tenía en la mano y recordé que esa puerta NO se abría con esas llaves, porque la cerradura tenía laca adentro y se había pegado. Igual lo intenté. La llave no giraba.
Miré hacia arriba, considerando la posibilidad de trepar por las ventanas y entrar, pero mi cabeza no podía entrar entre las rejas… Mientras evaluaba las distintas posibilidades me reía, por lo gracioso de la situación: no poder entrar a mi casa teniendo las llaves.
Aquí están los hechos de la situación: no había nadie en mi casa, no tenía mi celular, no tenía ni un sol en el bolsillo, hacía demasiado calor. Para no quedarme sentada mientras mi mamá regresaba, decidí caminar por la calle. Me sentía un poco perdida y me reía sola mientras andaba porque no sabía a dónde estaba yendo.
Luego, escuché la voz de mi mamá en mi mente diciendo: te dije que pongas el seguro. En ese momento, la situación pasó de ser graciosa a ser un poco sonsa. Me sentí bien tonta por haberme quedado afuera. Luego pasó a ser una situación recontra estúpida.
Después de caminar ida y vuelta como media hora, volví a entrar a mi casa y me quedé parada en mi garaje mirando entre las rejas. En ese momento, la situación dejó de ser graciosa y estúpida, y pasó a ser simplemente triste y solitaria. Entonces, decidí hacer algo útil, así que regué el jardín de afuera, de paso que me refrescaba un poco porque hacía demasiado calor.
Terminé de regar y decidí que tenía que entrar a mi casa. Volví a coger la llave con un poco de recelo y la metí en la cerradura. No giraba. Pero podía empujar un poco la puerta. La empujé, me empotré, no una, no dos, sino tres veces, tal vez más.
En eso, la llave giró al lado contrario y sentí que la cerradura dio un golpe como cerrando (más) la puerta. Di la vuelta al lado contrario y el golpe volvió a sonar (pero ahora como para abrir la puerta). Di la vuelta otra vez mientras golpeaba una vez más la puerta y… entré :)
Estar en mi casa nunca había sido mejor :) Tenía sombra, tenía agua, podía ir al baño, me podía sentar…
Cuando mi mamá regresó y le conté riéndome lo que me había pasado (después de todo si es gracioso), me dijo dos cosas:
1. Te dije que pongas el seguro.
2. Arreglaste la puerta!
Bueno, al menos algo bueno salió de esta situación…