Hay personas a las que no les gusta el silencio. Les asusta.
Les asusta lo que les puede decir el silencio.
Porque el silencio tiene el poder de decirnos cosas que no queremos oír.
Porque es el silencio el que permite que esos pensamientos que no queremos escuchar estén presentes.
Porque es el silencio el que hace que recordemos aquello que preferimos que no esté en nuestra mente.
Porque es el silencio el que nos recuerda que somos frágiles, vulnerables, que sufrimos, que amamos, que odiamos y que lloramos.
El silencio puede venir de muchas maneras.
Puede venir en soledad.
Puede venir como oscuridad.
Puede venir como una mirada.
Puede venir como una palabra no dicha o una no escuchada.
Podemos elegir estar en silencio.
O el silencio puede venir sin ser llamado.
A puertas de que este año acabe puedo decir un par de cosas que el silencio ha hecho por mí.
El silencio me ha hecho pensar en cosas que nunca pensé que pasarían por mi mente.
En el silencio he sufrido al darme cuenta de cosas que nunca pensé que podían pasarme.
En silencio he sufrido mi propio calvario, hasta que supe compartirlo.
El silencio ha hecho que muchas veces las cosas caigan por su propio peso como una gran mole sobre mi cabeza, sobre mi ser.
El silencio me ha dejado sin palabras más de una vez.
El silencio me ha dejado al borde de la locura, otra vez.
Puedo decir que el silencio me ha permitido escribir todas estas entradas constantes (más constantes que cualquier otra cosa que haya podido hacer en el año, o en mi vida) a lo largo de todo el 2009. En enero se cumplirá un año de la "reapertura" de este blog, y estoy orgullosa de ello.
Porque en todo este año encontré algo de lo cual escribir, siempre.
Sin razones aparentes, sin excusas, sin forzar nada. Sin obligarme a hacerlo.
A veces me costaba empezar, pero una vez que empiezo, una vez que tengo una idea en mente, no puedo parar.
Las palabras fluyen fuera de mi, entre mis dedos, pero siempre, en silencio.
Y, como dijo Sabina, justamente en "otro jueves cobarde": "hoy me quedo mudo para oir lo que nunca te supe decir..."
¿Más preciso? Imposible.
La vida está llena de coincidencias y casualidades. Llámalo destino, llámalo suerte, lo que sea. Tal vez el silencio te de la respuesta.
Feliz Año Nuevo :)