lunes, 30 de abril de 2012

Mojito para Dummies

Hierbabuena, limón, azúcar, chancar. Hierbabuena, limón, jarabe de goma, chancar. Repetir proceso, una y otra vez hasta que salga perfecto. Hielo al gusto. ¿Agua mineral con gas, Evervess o Sprite?

Llegar a la receta perfecta del Mojito es todo un reto. Requiere mucha práctica y dedicación, como casi todo. Lo bueno es que si está rico, te lo tomas y esperas recordar cómo lo hiciste. Lo malo es que si está feo, bueno, te lo tienes que tomar igual para ver qué es lo que salió mal.

Mi fin de semana preparando mojitos me trajo a la mente cómo me inicié en el “arte” de los cocteles. Recuerdo que era el año 2009 cuando en la universidad llevé el curso de Bar, Enología y Maridaje, como parte de la especialidad de Gestión Hotelera de mi carrera. Está de más decir que probablemente fue uno de los mejores cursos de toda la carrera.

Era una clase de 9am a 12pm los miércoles, en el taller de gastronomía de la universidad. Preparábamos entre 3 y 4 cocteles diferentes por clase, de los cuales se hacían varias muestras que pasaban por todo el salón. Probamos cocteles a base de ron, vodka, pisco, gin, incluso probamos cognac y brandy (#toofancyforme). Luego nos pusimos más serios catando vinos: blanco, tinto o rosé, y maridándolos con quesos y galletas #querico.

Ahora que recuerdo, creo que nunca preparamos Mojitos en esa clase, razón por la cual desde hace unas semanas que mis papás regresaron de viaje de Cuba, he intentado descubrir la receta perfecta. No pretendo dar la combinación perfecta, dado que (contrario a todo lo que aprendí en el curso de la universidad), he dejado de lado el uso de la onzera (o sonsera como yo le decía) y demás implementos que en teoría te facilitan la dosificación de ingredientes.

Luego de varias pruebas de ensayo-error. O ensayo-no tan error-ensayo-error-ensayo-éxito, he determinado que una buena forma de preparar un Mojito decente es la siguiente:

1. En un vaso highball (alto, largo) coloca unas cuantas hojitas de hierbabuena (las suficientes para que desprendan aroma pero no tantas que parezca un cultivo, unas 5 podrían servir dependiendo del tamaño), medio dedo de jarabe de goma (luego de algunas pruebas, se demostró que el azúcar es un poco más complicado de disolver en frío, y el jarabe cumple la función endulzante con menos esfuerzo) y el jugo de medio limón (previamente saca las pepitas si no quieres encontrar sorpresas en la cañita después #beenthere).

2. Lo ideal es que tengas un palito de mortero para chancar las hojas, porque en caso contrario no sé con qué lo harías (las manos no sirven, no). Y debes aplastar las hojas de manera que empiece a oler a hierbabuena.

3. Agrega ron al gusto (lo ideal es 1 onza y media. En términos sin medida, hasta llenar un poco menos de un cuarto de vaso).

4. Coloca 3 hielos (dependiendo del tamaño, uno más o uno menos) y agrega (lo que aun no logro descifrar qué es mejor): agua mineral, Evervess o Sprite. Personalmente, la “receta” que estoy compartiendo ha salido rica con Evervess, asi que #bemyguest.

5. Pon una cañita (no es lo mismo tomar mojito sin cañita porque puedes terminar tragándote todas las hojas de hierbabuena si lo tomas así nomás… aunque con cañita también hay riesgo de que te comas unos pedacitos) y disfrútalo.

Al final, lo importante es que sea refrescante, no tan dulce y puedas tomar varios y aún así bailar un poco de salsa cubana mientras fumas un habano #okno, pero algo así.

la foto (7)



jueves, 26 de abril de 2012

#EnfrentaréMiMiedo


El otro día estuve pensando, divagando y flotando entre todo y nada, y llegué a la conclusión de que el principal motivo por el cual las personas no actúan es el miedo.


Es verdad que el miedo puede a veces hacerte reaccionar para evitar consecuencias que no quieres ver, pero la mayoría de veces el miedo te paraliza, te mantiene inmóvil en un lugar y te imposibilita el tomar decisiones.


Principalmente creo que se debe al temor a lo desconocido. Miedo a no saber qué va a pasar después. Miedo a no poder predecir resultados o reacciones posteriores a la acción. Es el miedo a encontrarse en una situación peor.

En conclusión, es incertidumbre pura y dura. No saber nos enmudece, nos tortura. Pero más allá de eso, detrás de todo se esconden otro tipo de temores más profundos.

He decidido que es momento de enfrentar los miedos. Todos los tenemos, es perfectamente válido tener miedo. Sólo debemos identificarlos para poder superarlos.

Por este motivo he decidido usar este hashtag, a ver si más personas se apuntan conmigo a este reto.

Entre los principales miedos que he podido recopilar estos días de reflexión, compartiré los siguientes a ver si sirven de inspiración:

#EnfrentaréMiMiedo al qué dirán

#EnfrentaréMiMiedo a decepcionar a la gente
#EnfrentaréMiMiedo a equivocarme y fallar
#EnfrentaréMiMiedo a tener que volver a empezar
#EnfrentaréMiMiedo a decir que no

#EnfrentaréMiMiedo a tomar decisiones impulsivas
#EnfrentaréMiMiedo a exteriorizar mis sentimientos
#EnfrentaréMiMiedo a no tener siempre la respuesta correcta
#EnfrentaréMiMiedo a la soledad
#EnfrentaréMiMiedo a…


Y la lista de todos los miedos que están entre nosotros podría seguir. Sólo tenemos que descubrirlos.

¿Y tú, qué miedo vas a enfrentar?





domingo, 22 de abril de 2012

#LegendaryMoments

Siguiendo con el trend de los hashtags, que ya me pareció divertido, el otro día me puse a pensar que la vida está llena de momentos que vale la pena recordar y, un poco inspirada por una de las “catch phrases” de Barney Stinson de How I Met Your Mother, dije: por qué no intentar resumir esos momentos en #LegendaryMoments.

1. Año 2007, regresas de la universidad en el micro con un amigo que vive por tu casa y bajan, felices y contentos de volver a las 3 de la tarde a su casa un día de casi verano. De la nada te dice: creo que dejé mi celular en el micro. Y respondes: no me bromees. Y te das cuenta que no bromea cuando de la nada sale corriendo de tu lado intentando alcanzar al micro que ya avanzó como 2 cuadras y (felizmente) se ha quedado parado en una luz roja. Luego de 2 minutos ves a tu amigo corriendo de vuelta a ti con, no solo su celular, sino también con tu folder con separatas universitarias. #epicfail por haberlo dejado sin darte cuenta. #epicwin por recuperarlo por una casualidad del destino.

2. Más o menos por la misma época. El mismo micro, pero ahora ubicado en Miraflores. El mismo amigo, sólo que ahora él se va solo a casa. Tú y dos amigas lo acompañan en el paradero mientras el micro pasa. El micro pasa, el micro no piensa parar y lo abandonará. Él no se resigna y empieza a avanzar detrás del micro. El micro no para, él tampoco, sigue corriendo y sigue al micro desde Pardo, alrededor del Óvalo de Miraflores y sigue corriendo (por la pista) hasta Petit Thouars. Dicho sea de paso, en el camino iba gritándole cosas al micro que bien podrían resumirse en: #bitchplease micro, que te juras. Y, al fin, luego de varias cuadras, al final llegó a subirse… #win :)

3. Año 2010. Vas a la mitad de tu carrera y te encuentras con un profesor más vago que todos los alumnos de su clase juntos. Falta a clase cuando le da la gana y cuando va, no explica nada. La segunda mitad del ciclo deja “trabajos” con los temas que él debería haber explicado para que los alumnos den las clases por él y el curso en un desastre. Llega el final y te vas por 06. Sacas 07. Pasas el curso con 10.6 #likeaboss

4. Un día cualquiera. Te despiertas medio enfermo o con la flojera de la vida y piensas que sería una buena idea no ir a clase ese día. Sigues durmiendo y de la nada recibes mensajes (dado que no contestas el teléfono) que dicen que no hubo clase. Sonríes y sigues durmiendo. #epicwin, la próxima no tendrás tanta suerte.

5. Te vas de viaje con un presupuesto ajustado al interior del país. El primer día te invitan almuerzo, te invitan el trago y te ponen la juerga. El segundo día te olvidas de tu poco presupuesto y de la nada, te das cuenta de que te has quedado un poco pobre y si quieres hacer el tour a Tingo María, tendrás que ahorrar un poco en comida. Dicho y hecho, ese día no desayunas, y tampoco almuerzas. Tu única comida del día es un combinado de carnes (buenísimo por cierto) hecho por una señora en la cima de una montaña donde hay una laguna. Al día siguiente encuentras un menú de S/.2.50 que no podría ser más rico (#MadeinPeru for the win) y de regreso a Lima bajas del bus con S/.5 en el bolsillo para el taxi de regreso a casa. #Survivor :)

6. Ir de viaje, ahora al extranjero y al regreso perder el vuelo por culpa del clima. Estás en uno de los aeropuertos más grandes de todo el mundo, con una cartera y arrastrando un maletín más grande que tú y sin poder usar los teléfonos del aeropuerto para llamar a Lima. Felizmente existe algo que se llama iPhone. Lamentablemente el wifi tenía clave y costaba. Felizmente en una columna podías captar una señal intermitente y logras conectarte a whatsapp y decirle a tus papás que estás varada en Atlanta y no sabes a dónde irás. Lamentablemente la señal se iba y tenías que moverte como tarada intentando encontrarla de nuevo #sonsitamodeon. Luego de varias horas, tienes el número de un primo que vive en la ciudad, pero sigues sin poder usar los teléfonos del aeropuerto. Usas Twitter y te enteras que tu primo está yendo a buscarte, pero no sabes dónde estará. Apelas a la buena voluntad del señor de informaciones y te dice que no puedes usar el teléfono del counter porque el número de celular no es local. Pones cara de #epicfail y desamparo total y el señor se apiada de ti y te presta su celular #win. Te recogen, te llevan a comer pollo, tienes un sofá donde dormir y techo por una noche. Bendita sea la tecnología.

7. Competencia de atletismo. Postas 4x100. No has entrenado en todo el año y tus compañeras de posta están igual o peor que tú. Eres el último relevo y junto a ti correrá la chica que ha ganado todas las medallas en pruebas de fondo y velocidad. En resumen, para tu equipo, “lo importante es competir” #siclaro. Suena el disparo inicial y la carrera va igualada entre tu equipo y el del equipo “fuerte”. En el segundo relevo la distancia crece un poco y en el tercero un poco más. La barra de tu equipo empieza a perder un poco de esperanzas y simplemente animan para que queden segundas y no pierdan. En una prueba como 100 metros, cada segundo es importante y cuando el tercer relevo le entrega mal la posta a la chica que iba a rematar y el testimonio (es decir, el palito que se entrega en las postas) se cae al suelo y la chica se voltea, se agacha e intenta recogerlo, a ti te entregan el testimonio y sales corriendo mismo cohete impulsado por frejoles en lo que parece que es la carrera de tu vida. Ganar una posta así nunca había sido tan emocionante.

Definitivamente 7 es un número que queda corto para resumir todos los #LegendaryMoments que pueda haber vivido a lo largo de mi vida, pero creo que para un primer compendio es suficiente. Vendrán más… legen… wait for it… dary moments :) #BarneyStinsonStyle


martes, 17 de abril de 2012

Mini relato de un cobrador divertido

El otro día olvidé escribir acerca de mi experiencia en la combi. Hace tiempo no me pasaban cosas divertidas en el transporte público (antes, cuando andaba en el micro verde, a cada rato pasaban cosas graciosas).

En fin, resulta que estaba en el paradero y una combi pequeña se para frente a mí y yo dudaba si subir o no. El cobrador, al percatarse que yo miraba dentro a ver si había un sitio libre y/o podría entrar parada (cosa que la verdad era un poco complicado por la cantidad de gente), me dijo: entre señorita, que el micro es de su tamaño. Adentro puede bailar, cantar, la conversación es gratis.

Me dio risa su comentario y entré a pesar de estar más apretada que un… hot dog en pan árabe (ok, no sé de donde salió eso pero en fin). Como la combi ya estaba bastante llena, el cobrador le dijo al chofer que ya no pare, que vaya por la izquierda, porque no entraba nadie más.

En eso, el chofer para en una esquina a recoger a una chica y el cobrador dice: claro, solo por ser mujer la estamos recogiendo. Y el chofer imagino que le respondió algo así como: si quieres no la recogías (la verdad que no alcancé a escucharlo a él), pero el cobrador le dijo: como no la vamos a recoger! si es como mi tía, la hermana de mi madre.

Yo me reía, y más aún cuando al llegar al Puente el cobrador dijo: voy a contar hasta 20, si todos los que deben bajar no bajan cuando termine de contar, arrancamos. Y, dicho y hecho, empezó a contar (gritar en realidad), del 1 al 20 en pleno Puente Primavera… Claro, había gente que lo callaba, pero otros nos reíamos, porque bueno, al menos, a mí me hizo el camino más entretenido.


#10CosasQueDeboHacerAntesDeMorir*


Estaba pensando que:
- Últimamente no se me ocurre nada demasiado profundo para escribir en el blog.
- Soy adicta al Twitter y al uso de hashtags (es decir, esas frasesitas que se escriben #todojuntoconmichialfrente, para poder crear Trending Topics en Twitter… o simplemente para resaltar que #bitchplease, se usar un hashtag)
Entonces, se me ocurrió juntar ambas cosas y empezar a hacer posts con los hashtags de este tipo, a ver qué sale. De paso que escribo un poco, suelto los dedos y hablo un poco de mí.



Aver: #10CosasQueDeboHacerAntesDeMorir:

1. Escribir un libro y publicarlo (y agradecería mucho si lo compras y lo lees, o en su defecto, lo recomiendas entre tus amigos)


2. Viajar por Europa (de mochilera o sin mochila, da igual, pero quiero ir a Italia y comer pasta #JuliaRobertsstyle en Comer, Rezar, Amar)

3. Ir de viaje en crucero (y tomarme una foto mismo Rose en Titanic y cantar My heart will go on… #okno, solo la foto)

4. Ir al espacio (imagino que, si la ciencia y la tecnología siguen avanzando a este paso, eventualmente todos podremos ir al espacio a un módico precio, o tal vez podría empezar a ahorrar desde ya)

5. Manejar un Mini Cooper (y si es mío, mejor)

6. Hacer un roadtrip (con el playlist respectivo y muchos snacks para el camino)

7. Mecharme con alguien (verbalmente o a golpes, no sé, pero sé que alguien estaría orgullosa de mí si algún día lo hiciera)

8. Sentir que contribuyo en algo al mundo (sea con acciones o ideas que desencadenen acciones, la cosa es hacer un cambio y mejorar)

9. Solucionar todos los “issues” pendientes que pueda tener con la gente (aclarar temas, decir las cosas como son, simplemente hablar, puede hacer que vivamos días más tranquilos)

10. Cumplir mis metas y mis sueños (los de ahora y los que vendrán)

Si hay algo que no quiero hacer cuando ya sea demasiado tarde es decir: hubiera hecho esto… ahora no tengo fuerzas para hacerlo.


*No sé quién habrá empezado ese hashtag pero llegó a mí gracias a @liadasilva, a quien dedico el punto número 7 de la lista.

domingo, 15 de abril de 2012

Relato de una desperate house-no-wife

La semana pasada mis papás salieron de viaje y yo hubiera tenido una semana totalmente forever alone de no ser porque mi prima vino a quedarse conmigo. En teoría, se supone que ella “me cuidaría”, que no haga sonseras, que no me caiga innecesariamente o que no queme mi casa, imagino.

Antes de que ella llegara, un lunes por la noche, yo había regresado de la chamba y tenía hambre. Decidí que me haría un pan con huevo frito y a la hora de intentar prender las hornillas, lo que esperas que no suceda cuando te quedas solo, sucedió: se había acabado el gas.

Afortunadamente, había un balón de gas adicional para cambiarlo y pude prender las hornillas. Luego, recordé que el calentador de agua de mi casa era a gas también y debía volver a prenderlo si quería ducharme con agua caliente. Eso no pude hacer. Por dos razones que descubrí en mi primer intento: era muy pequeña para llegar al hueco donde tenía que meter el fósforo y tenía solo 3 fósforos que la verdad no quería ver gastarse por mis inútiles intentos de llegar al hueco.

En fin, mi prima llegó un rato después con los fósforos adicionales que le pedí y entre las dos prendimos el calentador a la primera. Problema resuelto.

Dije más arriba que mi prima me cuidaría, en teoría. Resulta que al final yo terminé siendo algo así como la madre de familia, o, como me autonominé: una desperate house-no-wife (porque era una ama de casa desesperada, pero sin ser esposa). Ella trabaja a 2 cuadras de mi casa, por lo que cuando yo salía para mi chamba, ella aún seguía durmiendo. Todas las mañanas le dejaba su jugo de naranja (recién exprimido, obvio) y la lonchera en la refrigeradora.

Igual la convivencia fue bacán. Cada una por su lado, conversábamos de rato en rato y para mí, fue una muestra de cómo sería tener una hermana. El resto de la semana transcurrió con normalidad. Mi tía nos invitó un día a cenar a su casa y el resto comíamos comida previamente preparada y congelada por mi mamá, almacenada en múltiples tapers en la congeladora.

El sábado, el último día de pseudo-soledad, mi prima se fue temprano y yo decidí que sería una buena idea ir a Wong a comprar naranjas y pan para el desayuno del día siguiente. A la hora de subirme al carro, otra cosa que esperas que no suceda cuando te quedas solo, sucedió: el carro no prendía.

A pesar de mis cortos-casi nulos conocimientos de mecánica, presentía que el problema era de la batería, pero la verdad no tenía idea de cómo solucionarlo. Luego de hacer llamadas con la esperanza de que me den una solución, decidí ir al grifo de la esquina de mi casa, donde el supervisor y un cliente me dieron la idea (obvia, que no se me había ocurrido), de llamar al seguro para que me den corriente.

Llamé a Mapfre, y vino una grúa enorme y escandalosa con un señor amable que me explicaba lo que estaba haciendo con los cables y, en menos de 30 minutos, el carro prendía de nuevo. Algo rescatable es que felizmente me di cuenta de la situación a las 5 de la tarde y no a las 11pm, cuando tenía que ir al aeropuerto a recoger a mis papás.

Llegando casi al final del día y el relato, no podía terminar sin tener otra situación graciosa por contar. A la hora de llegar al aeropuerto, sabía que tenía que acercarme bastante a la maquinita que da el ticket de estacionamiento y me acerqué bastante. Y, de nuevo mi pequeño tamaño me jugó en contra, ya que, por más que estirara el brazo, no iba a llegar, por lo que tuve que quitarme el cinturón y sacar medio cuerpo por la ventana para apretar el botón. Y volver a hacerlo para retirar el ticket de la ranura. Mientras, tenía una fila de carros detrás mío observando toda la situación y yo, entre roche y ataque de risa, seguía avanzando pensando en que, a pesar de todo, fue una semana bastante divertida.


viernes, 6 de abril de 2012

Divagaciones vol. LXXVIII “En un parpadeo”

Muchas veces quisiera que las cosas volvieran a su lugar con tan solo dar la vuelta, mover las manos frente a mi cara o simplemente parpadeando.

Todo sería más rápido y sencillo si con tan solo un abrir y cerrar de ojos pudiéramos arreglar las cosas, retroceder el tiempo, deshacer palabras, pegar un corazón roto.

Pero no podemos. Arreglar cosas tarda incluso más tiempo que destruirlas. Romper es muy fácil. A cada rato se rompen cosas. Se caen, se quiebran, se rajan, se parten en pedacitos que a veces ni el Uhu Stick que pega más los puede pegar.

A veces avanzamos unos cuantos metros y al darnos la vuelta nos damos cuenta lo mucho que cambia lo que hemos dejado atrás. Muchas veces abandonamos nuestras propias creaciones, nuestros logros, nuestros sueños.

Todo puede cambiar en un segundo. En un parpadeo. Lo peor es que no podemos predecirlo. A veces nos olvidamos de pensar y simplemente actuamos. Hacemos cosas sin pensar en lo que vendrá después, porque, después de todo, qué importa qué vendrá después si vivimos ahora.

No podemos predecir el futuro (al menos el común de mortales no podemos hacerlo), no podemos detener el tiempo, pero sobre todo, no podemos predecir la reacción de la gente. En toda interacción intervienen dos personas o más y lo que una construye puede ser fácilmente destruida por otra.

Dicen que darte a conocer a alguien complemente es darle el poder de destruirte por completo. Con tan solo una palabra, a veces sin palabras, con tan solo una mirada, tras un simple parpadeo. Pasas de ser todo a ser nada, en solo un segundo.

jueves, 5 de abril de 2012

Divagaciones vol. LXXVII “Es que eres piña”

Es muy conocida esa Ley de Murphy que dice que “no importa la fila en la que te pongas, esa fila siempre será la más lenta”, o algo así… Algo que me pasó hoy me hizo recordar un conjunto de acontecimientos que pasaron hace varios años, creo que 1999, cuando fui de viaje con mis papás a Venezuela.

Resulta que en ese viaje, esa Ley de Murphy se aplicó a la máxima potencia en todos los aspectos imaginables. Todo empezó en el aeropuerto de Lima, cuando, al hacer el check in (luego de hacer la siempre interminable cola), nos tocó la señorita más lenta que podría existir en los counters de la aerolínea (que no recuerdo cuál era, la verdad). Preguntaba todo, se demoraba el doble, revisaba todo, le daba mil vueltas a todo, se iba, regresaba, y a nuestro lado ya habían pasado como 2 o 3 personas con su boarding pass y todo listo.

Al llegar al país de destino, hicimos la cola para pasar migraciones. La cola no avanzaba. Nada. Decidimos cambiar a la del costado, que estaba avanzando. Y obviamente, la anterior empezó a moverse y nosotros seguíamos en la misma posición. En esta ocasión decidimos quedarnos en la misma cola hasta que empezamos a avanzar y cuando ya iba a ser nuestro turno, al hombre de migraciones se le ocurrió que era su hora de almuerzo y dejó toda una fila desamparada hasta que llegó su reemplazo de cambio de turno.

Durante el viaje creo recordar que pasaron un par de cosas más de ese estilo, ya sea en un restaurante o en alguna tienda, pero el colmo fue al volver a Lima. En esa época no habían “mangas” en los aeropuertos. Es decir, bajabas del avión por la escalera y tenías que:


a) Caminar hacia la puerta y entrar al aeropuerto si estabas cerca
b) Esperar un bus que te lleve a la puerta del aeropuerto si el avión estaba más lejos.


En este viaje fue el segundo escenario y, obviamente, la puerta por la que estábamos (la de atrás) fue desatendida por el bus. Es decir, todos los buses iban a la puerta delantera y nos dejaban olvidados, hasta que por fin empezaron a apiadarse de nosotros y paraban en esa puerta también y luego de unos cuantos turnos logramos subir.

La conclusión de ese viaje fue, como mi mamá le dijo a mi papá: “es que eres piña”. Y resulta que a él normalmente le pasan esas cosas en las filas o lugares donde hay que esperar. Y eso nos trae al día de hoy, año 2012, tiempo presente, que fui a Makro con mis papás a hacer compras monumentales (bueno, no, pero compramos varias cosas grandes xD) y más nos demoramos en la caja que eligiendo lo que íbamos a comprar.

Nos tocó la caja con el chico más lento de todos. Definitivamente era nuevo, ya que cada vez que marcaba un producto se fijaba en la pantalla que fuera el producto adecuado y hacía las cosas tomándose el doble de tiempo que los demás (vi a las personas de otras cajas irse con sus compras a pesar de que tenían más artículos que nosotros). Para terminar, al parecer no sabía usar el sistema para pagos con tarjeta de crédito porque tuvo que llamar a la supervisora para que arregle algo que había salido mal.

En fin, eso que pasó hoy me hizo recordar al viaje en que realmente la ley de Murphy estuvo en todo su esplendor. Al parecer, el ser piña nunca se quita, a pesar de que pasen los años.

miércoles, 4 de abril de 2012

Vive, no te conformes con existir

Hay personas que parece que desbordan energía, que les han puesto una batería durable (o que se recarga bastante bien por las noches) así mismo conejito Duracell.

Yo creo que solía ser así. Tenía mucha energía y estaba llena de actividades. Luego el tiempo te va cambiando. Empiezas a tener otras cosas de qué preocuparte, ocupas tu tiempo en “cosas importantes” como estudiar, terminar el colegio, ingresar a la universidad, seguir estudiando, terminar la universidad, conseguir chamba… y dejas de moverte tanto entre lo que realmente te apasionaba.

Pasan los años y, entre tantas cosas y tan poco tiempo, son pocos los momentos que puedes dedicarte a ti mismo. Lo veo en mí, lo veo en la gente que me rodea.

Ahora siento que prácticamente la energía que me queda al final del día es casi nula, pero, siguiendo un consejo que llegó como volando, todos los días, luego de trabajar, trato de tener otras actividades que hacer, para no sentir que todo es chamba, que vivimos para trabajar y nos olvidamos de vivir.

Me pongo a pensar y es cierto: ya no tengo que estudiar regresando a mi casa, no tengo que ir a dormir a clases (sí, mi último año me dormí en todas las clases de las 7am), no tengo que hacer nada más que trabajar… y aún así a veces me cuesta volver a lo que me gustaba: sentarme a escribir en el blog (como estoy haciendo ahora), escuchar música y no hacer nada más, sólo escuchar música, tocar piano, leer un libro por horas, dormir sin pensar en la hora, hablar por todos lados con todo el mundo… en fin…

Me cuesta dedicarme a esas cosas porque a veces el día acaba y no me quedan fuerzas para pensar en nada. Escribir requiere un momento de reflexión y darle vuelta a las palabras. Escuchar música viene acompañado de un comentario de: no estás haciendo nada, haz algo! Leer un libro puede ser difícil cuando los ojos están cansados y se cierran. Dormir temprano ya es casi imposible, por costumbre, y dormir hasta tarde en días laborales, un sueño.

Pero, como todo, es cuestión de querer hacerlo y que queden ganas y fuerzas para eso. Mi meta para el 2012 es lograr dedicarme a lo que realmente me gusta. Sentir que cumplo conmigo al hacer lo que me llena, y por default cumplir con lo que la sociedad espera de mi: Que trabaje, que tenga ingresos para sobrevivir y pueda vivir bien.

Como varias veces he dicho: vive, no te conformes con existir. Y si podemos ser felices en el camino… hay que aprovecharlo!
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