Te vi ahí afuera, de pie.
Pensativo, con las manos en los bolsillos.
Con la nostalgia en los ojos, como recordando el pasado.
Una sonrisa melancólica adornaba tu rostro.
Me miraste y dijiste: hola.
Sonreí. Sonreíste, ahora de verdad.
Me abrazaste, como si fuera ayer, como si no hubiera mañana.
Y luego te marchaste, otra vez.
Como ayer, como quién sabe si mañana también.
Quién sabe si algún día te veré volver.
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