miércoles, 24 de octubre de 2012

¿Estar en redes sociales basta para dar un buen servicio al cliente?

Publicado en Blogs Perú 21 y Visión de Servicio

Cada vez son más las empresas que deciden apostar por el Social Media y las redes sociales para estar más cerca de sus clientes. Sin embargo, invertir en redes sociales no asegura que se dará un mejor servicio al cliente.

Muchas empresas ven la red social como una herramienta que “está ahí” para publicitar la marca, mejorar su imagen, posicionarse o “tener contacto directo” con los clientes.  Pero, si realmente se quiere aprovechar todo el potencial de las redes sociales, se las debe considerar un canal más de atención al cliente, como podría ser una oficina, tienda, servicio por teléfono u otro, según sea el caso.

La red social no debería limitarse a difundir información relevante de interés para los clientes (o para promocionar productos o servicios de la empresa). Los clientes ven las redes como un medio de contacto para consultas sin la incomodidad de la espera en una cola o incluso para quejarse por un mal servicio o producto defectuoso. Y las empresas deberían saber cómo reaccionar dependiendo del caso específico, personalizando las respuestas, evitando brindar un discurso “estandarizado” para solucionar el problema.

Por ejemplo, cuando un cliente realiza una consulta puntual y la respuesta que se da es: “Por favor, llame al siguiente número para poder comunicarse con nosotros directamente y que uno de nuestros representantes lo pueda atender”, lo que se está haciendo es derivar al cliente de un canal a otro, cuando el primero (la red social) debería tener la capacidad de resolver la consulta/atender al cliente/realizar una venta.

Lograr esto no es imposible, solo requiere partir de una base: orientación hacia el cliente. Si las empresas comprenden que todas las actividades que realicen deben estar orientadas a brindar un servicio de calidad y satisfacer las necesidades y expectativas de los clientes en todos los momentos de verdad, se darán cuenta que incluso en redes sociales deben esforzarse por brindar soluciones rápidas a los requerimientos de sus clientes.

Lo más probable es que lograr esto requiera rediseñar los procesos internos para poder brindar atención al cliente por el nuevo medio y evitar derivarlo a otro canal de atención, evitando reprocesos y molestias en los clientes, que lo quieren todo al momento, ya que si se demora demasiado, hay una fila de competidores luchando por vender el mismo producto o servicio.

Para que esto funcione, no es necesario que una persona conozca de memoria toda la información para poder dar las respuestas a los clientes o (si el servicio es terciarizado) se las haga llegar al Community Manager encargado de monitorear la red. Lo que se necesita es que toda la organización esté alineada para brindar un servicio de calidad en todos los canales de contacto con el cliente, de modo que la información fluya de manera adecuada hasta llegar al cliente.

En mi opinión, solo de esta manera se podrá considerar a la red social un canal de atención que permita no solo estar en contacto directo con el cliente, sino también resolver inquietudes o incluso concretar una venta, generando verdaderas relaciones de fidelidad con los clientes, que a largo plazo, resultarán redituables para las empresas.

martes, 23 de octubre de 2012

¿Yo dije nunca?

Recuerdo haber dicho alguna vez: Nunca me crearé Tumblr. 
¿Para qué? ¿Cuál es su utilidad? Ya tengo Facebook, Twitter, Pinterest, Google+, Foursquare, Blog... ¿para qué otra cosa más?

La verdad es que no lo hubiera creado si no hubiera sido porque encontré en Tumblr una forma de materializar el proyecto que tenía en mente: compartir fotos y crear historias. 
Siento que podría haberlo hecho acá, en el blog, pero me di cuenta de que queria que las imágenes fueran las protagonistas. En el blog, las imágenes funcionan como simple acompañamiento de las palabras. En el Tumblr, serán las palabras las que acompañen las imágenes. A veces incluso podrán estar de más.

En un inicio la idea era publicar una foto por día (con su historia o descripción respectiva), pero eso requería tener la inspiración todos los días y probablemente hubiera sido insostenible en el tiempo.

Por eso, será una foto semanal. 52 fotos, 52 semanas, 52 historias. Un año en el cual publicaré fotos (antiguas y nuevas) y, de acá a octubre del 2013 podré ver qué tanto ha cambiado y qué sigue igual. 

Pueden seguir el proyecto acá: Historias Visuales

Lo quiero terminar. Lo voy a terminar.


jueves, 27 de septiembre de 2012

#Bipolar

Hace tiempo que no escribo. Creo que hace más de un mes. No sé si diré hoy algo relevante, no sé qué saldrá. Solo sé que quiero escribir, como antes, como para no pensar de más, como para no hundirme en mi propia locura.

Se supone que ya estamos primavera. En teoría debería salir el sol y todo debería pintar mejor. Pero no. Vivimos en Lima, la de los mil climas. La que es gris por las mañanas, fría y húmeda dependiendo el distrito al que vayas, podría salir sol en la tarde, la gente piensa que habrá terremoto, luego empieza el viento frío y te congelas de nuevo.

Mi humor anda como el clima. Bipolar, cambiante, errante. Puedo estar sin energía en la mañana, sonriente al despertar del todo, puedo estar metida en mis propios pensamientos, dejarme llevar por lo que dice una canción. Puedo fingir alegría, derrochar tristeza y sentir mis ojos como hielos congelados a punto de derretirse.

Hoy no es que tenga algo especial que compartir. Simplemente hay algo que quería salir. Y mi cabeza ahorita es un sancochado de pensamientos enredados que no saben por donde salir.

domingo, 12 de agosto de 2012

Entre Cerros

Debí haberlo imaginado. El destino final al que iba a llegar era un lugar que se llamaba Entre Cerros. No se me ocurrió que iba a ser literalmente un fundo “entre cerros”, el cual iba a bloquear totalmente la señal de mi celular, no solo de Internet, si no de llamadas #Epicfail.

En realidad, cuando me di cuenta de la situación (es decir, cuando mi celular empezó a mostrar intermitentemente las palabras: buscando… sin servicio), entre en ataque de risa porque recordé todas las veces que he viajado por carretera y decía: no tengo señal… aah, es que estoy entre cerros… Y bueno, ahora no podía moverme a ningún lado porque estaba encerrada entre montañas.

En ese momento decidí que probaría, forzadamente, qué tanta era mi adicción al smartphone. Así fueron las respectivas etapas del experimento:

1. Buscando señal desesperadamente mientras internamente no podía creer lo que estaba sucediendo. Ni siquiera podía hacer check in en el lugar para poder resaltar la ironía del asunto (era como cuando Twitter se cae y quieres tuitear que no funciona Twitter… qué, no?)

2. Descubrí un mirador en la punta del cerro al cual podía subir para “observar el paisaje” y de paso ver si había señal, pues. Luego de unos minutos dando vueltas por arriba, en un milagroso punto capté la señal el tiempo suficiente para: a) Tuitear mi fail b) Hacer check in c) Responder unos cuantos mensajes por Whatsapp diciendo: no estaré disponible por las próximas horas.

3. Resignarme a no tener señal mientras estuviera entre los cerros y apagar el celular para que la batería no se agote en su inservible búsqueda de señal Claro.

4. Sentimientos encontrados. Primero sentía esa sensación extraña que imagino deben sentir los alcohólicos en rehabilitación. Sentía que estaba sufriendo una abstinencia tuitera forzada que me hacía querer tuitear a cada rato cosas que luego iba a olvidar (lo cual es cierto, me olvidé y fácil podrían haber sido buenos tweets). Pero luego de superar esa primera etapa (que se dio durante la primera hora), descubrí que sin tener el cel en la mano podía ocuparme de otras cosas como comer un rico chancho al palo o jugar con un pony:

la foto


En fin, el día se me pasó más rápido de lo que esperaba, y la verdad creo que no me perdí de muchas cosas (solo más de la mitad de comentarios acerca de la clausura de los Juegos Olímpicos) y al menos me despejé un rato, respiré aire puro y dormí casi todo el camino de regreso.

¿La conclusión? No está mal desconectarse un rato, pero la verdad es que prefiero que eso suceda de manera voluntaria. Está de más decir que luego de recuperar la señal y, en consecuencia, el 3G, empecé a tuitear igual que siempre, no?

sábado, 11 de agosto de 2012

Acerca de un Brownie Fail

Hace unas semanas vi una receta de Brownie en taza. Sí, en taza! Me pareció fácil, cómodo, sin muchos recipientes que limpiar y bastante rápido. Pero, ¿saben qué? No confíen en lo que parezca rápido, fácil y se vea rico en foto.

Tenía todos los ingredientes, mi taza y una cuchara para revolver. Como quería compartir este postre que se veía tan rico, decidí que haría 3, para invitarle a mi mamá y mi papá.

Medir, mezclar, medir, mezclar, mezclar, mezclar *me duele el brazo*, debo seguir mezclando porque la harina no se disuelve, mezclar *me duelen los dedos por la cucharita*, al fin!

Una vez que mi mezcla estuvo lista, metí las tazas una por una al microondas el tiempo establecido en las instrucciones. Cuando salió la primera, el resultado tenía una pinta simpática. El brownie era marrón, se veía esponjoso, suave y estaba cocido.

Cuando tuve las 3 tazas, le di una a mi mamá, otra a mi papá y me quedé con la otra. Probé y dije: no está mal. Seguí comiendo y empezó a saber demasiado a harina. Seguí comiendo y empecé a sentir que no era lo suficientemente chocolatoso para mi gusto. Descansé un rato mientras analizaba qué había pasado con el brownie que se veía tan rico en la foto. Cuando volví a comer, pasaron dos cosas:

1. El brownie ya no sabía a brownie para nada. Había pasado a ser cualquier cosa. Algo que simplemente era marrón con complejo de keke mal cocinado.
2. El brownie había mutado, se había puesto duro como una piedra y ni siquiera podía comerlo… ahora tenía complejo de galleta extraña.

Decidí que, para ser la primera vez, no había salido TAN mal. Pero igual, decidí que no iba a volver a intentar esa receta. Definitivamente ese brownie en taza me había estafado. Como no quería que mis papás tuvieran que seguir comiendo un brownie horrible, fui a decirles que en verdad estaba feo.

Mi mamá ya había desistido y su brownie también se había puesto duro como roca, pero mi papá (aún no me explico cómo), ya se había comido todo y tenía la taza vacía.

Cuando la vi le dije: venía a decirte que no te lo comas todo porque en verdad estaba bien feo… ¿cómo te comiste todo?
Y me dijo: sí, yo sé… Pero me lo diste con mucho cariño. ¿Me traes un vaso de agua?

Le di su vaso de agua y un abrazo. Definitivamente, mi papá debe quererme mucho como para haber comido ese brownie horroroso.

Para que no les pase lo mismo que a mí, les dejo la receta. NO la hagan, NO. O fácil la receta no es mala y soy yo el problema… no sé. Están advertidos.

brownie

jueves, 26 de julio de 2012

Googlización

Disclaimer: El contenido no fue generado por mí. Lo leí en el estado de alguien que lo compartió en Facebook y me pareció bueno y quería compartirlo. Como Twitter está caído en este momento y no podía pasar el link por ahí en ese momento, lo comparto acá. (No sé cuál es la fuente original de el texto presentado a continuación)


- ¡Pizzeria Google, buenas noches!

- ¿Pizzería qué?

- Pizzeria Google, señor. ¿Cuál es su pedido?
- Pero este ... ¿no era el teléfono de la Pizzeria El Tomate?
- Era, sí señor, pero Google compró la pizzería, y ahora el servicio es más completo.
- OK. ¿Puede tomar mi pedido, por favor?
- Sí. ¿El Señor desea lo de siempre?
- ¿Lo de siempre? ¿Usted me conoce?
- Tenemos un identificador de llamadas y, de acuerdo a su teléfono, sabemos que las últimas 53 veces que llamó pidió pizza y solicitó los gustos cuatro quesos y calabresa.
- Vaya, no me había dado cuenta! Quiero eso mismo ...
- Señor, ¿puedo hacerle una sugerencia?
- Por supuesto. ¿Tiene una pizza nueva en el menú?
- No, señor. Nuestro menú es muy completo, pero me gustaría sugerirle la de ricotta y rúcula.
- ¿Ricotta? ¿Rúcula? ¿pero por qué? Yo odio estas cosas.
- Pero, señor, es bueno para su salud. Además, su colesterol no anda bien ...
- ¿Cómo lo sabe?
- Nuestra empresa tiene la mayor base de datos del planeta. Tenemos información del laboratorio donde usted se hace sus exámenes, también. Cruzamos el número de teléfono con su nombre y vimos los resultados de sus pruebas de colesterol.
- No quiero pizza de queso suave o ensalada. Para eso tomo mi medicamento para el colesterol y como lo que quiero ...
- Señor, lo siento, pero creo que usted no ha tomado su medicina últimamente.
- ¿Cómo lo sabe? ¿Usted me está mirando todo el tiempo?
- Tenemos una base de datos de las farmacias de la ciudad. La última vez que compró su medicamento para el colesterol fue hace 3 meses. Y la caja tiene 30 comprimidos.
- ¡Maldita sea! Es cierto. ¿Cómo usted sabe esto?
- Por su tarjeta de crédito ..
- ¿Qué???
- Usted tiene el hábito de comprar sus medicamentos en una farmacia que le ofrece descuentos si paga con tarjeta de crédito del Banco BANK. Tenemos una base de datos de sus gastos con la tarjeta, hace 3 meses no ha comprado nada allí, pero sí la utiliza en otros comercios, lo cual nos indica que no la ha extraviado.
- ¿Y no puedo pagar en efectivo en la farmacia? A ver qué me decís ...
- No debería haber pagado en efectivo, usted le paga $ 2.500 semanales a su empleada doméstica y el resto de sus gastos los realiza con 
tarjeta de débito o de crédito.
- ¿Cómo sabés lo que gana mi empleada?
- Usted le paga el BPS ...
- ¡Andá a la mierda!
- Sí, señor, lo siento, pero todo está en mi pantalla. Tengo el deber de ayudarlo, es política de la empresa. Creo que usted debe volver a programar la consulta a la que faltó con su médico y llevarle los resultados de los exámenes que se hizo el mes pasado para que le ajuste la medicación.
- Estoy harto de INTERNET, el ORDENADOR, EL SIGLO XXI, LA FALTA DE PRIVACIDAD, LAS BASES DE DATOS y de este país ...
- Pero, señor ...
- ¡Callate! ME VOY A MUDAR BIEN LEJOS DE ESTE PAIS. A las Islas Fiji o a alguna parte que no tenga Internet, computadoras, teléfono y gente vigilándome todo el tiempo ...
- Entiendo ...
- VOY A USAR MI TARJETA DE CRÉDITO POR ÚLTIMA VEZ para comprar un billete de avión e irme bien lejos.
- Perfectamente ...
- PUEDE CANCELAR MI PIZZA.
- Perfectamente. Se cancela. Una cosa más, señor ...
- ¿Y AHORA QUÉ?
- Su pasaporte está vencido..


domingo, 8 de julio de 2012

Una tarde en el Museo

Hoy fui (contra mi voluntad, debo confesar) al Museo Metropolitano de Lima. La verdad es que cuando pensaba en los museos de la capital, se me venían a la mente recuerdos de la época de cole, cuando nos llevaban en esos buses destartalados a visitar museos, donde lo único divertido era el hecho de perder clase y hacer chongo con los amigos.

En esa época (y bueno, hablo en realidad de hace 10 años fácil, #queviejamesiento) los museos eran más que nada recuentos de historia envasada en vitrinas estáticas con papelitos que explicaban su procedencia y un/a guía que te explicaba con “mucha” emoción, lo interesante que era la Historia del Perú. Es decir, lo mismo de las clases, pero en “vivo y en directo”.

Entonces, digamos que la idea de ir a un museo un domingo (día en el cual la idea perfecta es despertar tarde, almorzar y luego seguir durmiendo), no se me hacía de lo más atractiva.
Sin embargo (y lo pondría en mayúsculas la verdad), el Museo Metropolitano de Lima, edición 2012, la verdad que me sorprendió más que gratamente.

Para empezar, no habían huacos retratos ni mantos Paracas colgados de las paredes y protegidos por vitrinas. Tampoco había carteles pegados con explicaciones que nadie nunca lee. Todo el recorrido es realmente interactivo.

Utiliza herramientas audiovisuales muy bien hechas. Al principio, difuminado con una técnica que la verdad no sé cuál sea pero me dejó sorprendida, aparece un personaje de carne y hueso que uno piensa que es un holograma, o qué se yo, pero interactúa con la gente, de modo que de todas maneras la conversación es en tiempo real.

Luego, te llevan por un recorrido por la historia del Perú, desde los tiempos ancestrales de los hombres de las cavernas, pasando por las culturas prehispánicas, los Incas, la conquista española, la época virreinal, la independencia, las guerras y los cambios sociales que se han dado, hasta llegar a la época actual, viendo la transformación de la Lima en la que vivimos en los primeros años 2000, hasta llegar a la Lima actual que todos conocemos, donde nos damos cuenta realmente cómo estamos evolucionando.

El recorrido dura dos horas y no es nada aburrido. Vas caminando por los tres pisos del museo, subiendo, bajando, entrando por diversas salas, donde te muestran, por medio de videos muy bien hechos, lo que pasaba en determinada época de la historia. Además, incluye partes en las que era en 3D, donde te llueven piedras, lanzas y hasta cabezas (acá la guía hace un paréntesis para indicar que los niños se pueden retirar para no herir susceptibilidades).

Una parte bacán fue la recreación de un terremoto en la época virreinal en 4D (es decir, con efectos de movimiento y en 3D también) y al final también hay otra sorpresa, pero no se las arruinaré por si deciden ir algún día.

Lo único que tendría que “criticar” acerca de la visita es la velocidad que se necesita para circular. Apenas acaba la proyección de la sala, debes pasar a la siguiente y eso no permite disfrutar la decoración (cada sala está ambientada de acuerdo a la época) o las fotografías que están a lo largo de los pasillos.

Fuera de eso (sin contar obviamente a los niños ruidosos que no dejan de moverse y hablar), el museo no tiene nada que envidiar a museos de última tecnología de otros países. La verdad que vale la pena… y ¿saben qué? La entrada está a solo S/.4.

Aprovechen! Si tienen tiempo libre y andan por el Centro de Lima (by the way, el museo queda al lado del Parque de la Exposición), consideren ir a visitarlo. En serio, está paja :)

Pd: No, no me pagan por la publicidad, es (literalmente) amor al arte.

viernes, 6 de julio de 2012

Reflexiones líquidas


Me he dado cuenta de que muchas veces la solución a una situación parece ser tomar agua. ¿No les ha pasado? Les dejo unos cuantos ejemplos:

"Tengo sed", toma agua.
"Tengo hambre", es sed, toma agua.
"Tengo náuseas", toma agua.
*En la altura* "Me siento mal", para que no te de soroche, toma agua.
"Me pica la garganta", toma agua.
"Estoy resfriad@", toma agua.
"Quiero bajar de peso", toma agua.
*Luego de hacer deporte* "Estoy agotad@", toma agua.
"Estoy aburrid@", toma agua.
"Me empalagué", toma agua.
*En una noche de juerga*, para que no te de resaca, toma agua.
"Tengo resaca", toma agua.
"Estoy en shock", toma agua.
"No me funciona el estómago", toma agua.
*Comiendo algo feo* "No me gusta", toma agua.
"No me pasa la pastilla", toma (más) agua.
*Atorándose* "Cof Cof", toma agua.
"Estoy deprimido", toma agua. #okno, a esta le damos una bebida alcohólica y le decimos: toma, sé feliz.

Entonces, he llegado a la conclusión de que, para evitar problemas, de ahora en adelante siempre tendré mi botella de agua. Así, la próxima vez que me digan que tome agua, lo haré inmediatamente y, si no funciona esa solución, al menos podré agarrar a botellazos al siguiente que lo diga. #Hedicho.

En fin, los dejo, ya me dio sed, tomaré agua.


miércoles, 27 de junio de 2012

#Perdida

Si me conoces en persona, y desde hace tiempo, probablemente la mayor parte del tiempo pienses que tengo siempre un plan, o todo resuelto metodológicamente en mi cabeza.

Lamento informarte que (y si me sigues en Twitter, darás fe de eso), no es verdad. Yo también he estado perdida. Soy medio bipolar y, como todo ser humano, creo que está en mi naturaleza.

He tenido varias crisis existenciales y dilemas vocacionales antes y durante mi carrera universitaria. Cuando terminé el colegio (y creo que lo he dicho antes), no estaba muy segura de lo que quería hacer. Terminé (auto-pseudo) convenciéndome de que la administración era lo mío y me repetía a mí misma: es otro tipo de administración, es Administración de Servicios.

A la mitad de la carrera, cuando se dio el boom de las redes sociales, cruzó por mi mente la (no tan) loca idea de dejarlo todo y cambiarme a, no sé, comunicaciones probablemente. No lo hice.
Terminé mi carrera. Me gradué. Soy Bachiller en Administración de Servicios. Trabajé en un banco y en una escuela de maestrías. Miré dónde estaba parada y me sentí perdida.

En ese momento me pregunté: ¿puedo hacer lo que realmente me gusta, sobrevivir ganando dinero con eso y, además, aplicando algo de lo aprendido por 5 años en la universidad? Luego de varias divagaciones, dudas y demás, me respondí: SÍ.

Las siguientes preguntas fueron: ¿y qué es lo que quiero? ¿Qué me gusta? ¿Soy buena en eso? No fue fácil responderlo. Les mentiría si les dijera que la respuesta me cayó del cielo. Leí, me informé, investigué y saqué mis propias conclusiones. Me probé a mí misma en varios aspectos hasta que lo tuve más o menos claro.

Dejé mi último trabajo luego de 3 meses y medio, al darme cuenta de que no era lo mío y no veía mi futuro en eso. Me arriesgué. Decidí que ya no aceptaría un trabajo simplemente porque no quería estar “desempleada” o porque me daba buena plata. Al menos, por ahora, esa no es mi prioridad.

Decidí que quería buscar chamba en el rubro que me gusta. Si tuviera que definir mis intereses con hashtags, sería algo así: #comunicaciones #marketing2.0 #redessociales #socialmedia. Y a eso fui. Y ahora, en eso estoy.

Estoy empezando un camino nuevo, interesante, que me apasiona desde el inicio y creo que tengo la motivación de sobra para seguir adelante. A mis 22 años he descubierto que está permitido sentirse perdido y, a veces, así como jugando, como quien no quiere la cosa, se encuentra el propio camino.


domingo, 27 de mayo de 2012

Extractos de “Raro”, de Renato Cisneros

Relato de cómo leer RARO, sin sentirse normal en el intento.

Al dar vuelta a la última página del libro, sentí esa sensación como cuando das el último bocado a esa hamburguesa de Bembos. Es el bocado más rico, pero te quedas queriendo más.

A lo largo de la lectura (que me tardó más de lo que esperaba, más que nada por falta de tiempo y porque el sueño me vencía a veces), surgieron dentro de mí varias reflexiones que me llevaban siempre a lo mismo: lo raro en el mundo, es encontrar gente normal.

Según mi punto de vista, para que algo o alguien sea considerado “Raro”, debe existir algo que sea “normal”. Pero entonces me pregunto, ´¿qué es ser normal? Yo me considero bastante normal en aspectos básicos: tengo dos ojos (chiquitos, pero son ojos al fin y al cabo), una nariz (que al menos sirve para respirar), una boca (que sonríe y a veces no deja de hablar), y así podría continuar.

También tengo características que me hacen “rara”, como que tengo una marca de nacimiento en la mano izquierda, una cicatriz de 7 puntos en la cabeza, una pierna más larga que la otra y el arco de los pies demasiado pronunciado.

Hablando más profundamente, creo que no puedo considerarme del todo “normal”. Normal es plano, puede resultar hasta incluso medio aburrido. Creo que todos somos medio raros en cierto sentido.

¿Quién no se ha sentido alguna vez como un “asterisco mal dibujado en una fiesta de puntos suspensivos"? Así lo describe “Raro”, y lo presenta como algo “malo”. Pero, ¿quién quiere ser un punto más en un mar de signos sin diversión, cuando puedes ser algo distinto, algo único y destacar saliendo de los parámetros “normales” de la gente?

“Raro”, el personaje (si no has leído el libro aún, sí, así se llama el personaje), divaga mucho, más no resulta aburrido ni tedioso leer sus pensamientos. Considero que, a pesar de que él mismo se considera extraño o “incomprendido”, sus ideas son compartidas por muchas personas, las cuales, dentro de sí mismas, también se sienten solas o incomprendidas.

Libros como “Raro” hacen que nos demos cuenta de que no estamos realmente solos, que siempre hay alguien que piensa como nosotros, que siente lo que sentimos, que pasa por situaciones similares a las nuestras, y puede reaccionar de la misma manera o de forma distinta.
Lo raro (y el uso de la palabra es casual, en serio), es que a veces logramos encontrar la comprensión en personas desconocidas, que no conocen toda nuestra historia o nuestro pasado y no nos juzgan por él. No tienen prejuicios, simplemente nos escuchan y tratan de comprender nuestra rareza.
Raro

“No pueden reconstruirse relaciones que nunca existieron” – Renato Cisneros.

Pd: ¿Lo recomiendo? Si quieres pasar un buen rato como un espía mudo dentro de una mente ajena intentando comprender por qué piensa como piensa y encariñándote con un personaje ajeno a ti, que nada y todo tiene que ver contigo, entonces sí, te lo recomiendo.

lunes, 30 de abril de 2012

Mojito para Dummies

Hierbabuena, limón, azúcar, chancar. Hierbabuena, limón, jarabe de goma, chancar. Repetir proceso, una y otra vez hasta que salga perfecto. Hielo al gusto. ¿Agua mineral con gas, Evervess o Sprite?

Llegar a la receta perfecta del Mojito es todo un reto. Requiere mucha práctica y dedicación, como casi todo. Lo bueno es que si está rico, te lo tomas y esperas recordar cómo lo hiciste. Lo malo es que si está feo, bueno, te lo tienes que tomar igual para ver qué es lo que salió mal.

Mi fin de semana preparando mojitos me trajo a la mente cómo me inicié en el “arte” de los cocteles. Recuerdo que era el año 2009 cuando en la universidad llevé el curso de Bar, Enología y Maridaje, como parte de la especialidad de Gestión Hotelera de mi carrera. Está de más decir que probablemente fue uno de los mejores cursos de toda la carrera.

Era una clase de 9am a 12pm los miércoles, en el taller de gastronomía de la universidad. Preparábamos entre 3 y 4 cocteles diferentes por clase, de los cuales se hacían varias muestras que pasaban por todo el salón. Probamos cocteles a base de ron, vodka, pisco, gin, incluso probamos cognac y brandy (#toofancyforme). Luego nos pusimos más serios catando vinos: blanco, tinto o rosé, y maridándolos con quesos y galletas #querico.

Ahora que recuerdo, creo que nunca preparamos Mojitos en esa clase, razón por la cual desde hace unas semanas que mis papás regresaron de viaje de Cuba, he intentado descubrir la receta perfecta. No pretendo dar la combinación perfecta, dado que (contrario a todo lo que aprendí en el curso de la universidad), he dejado de lado el uso de la onzera (o sonsera como yo le decía) y demás implementos que en teoría te facilitan la dosificación de ingredientes.

Luego de varias pruebas de ensayo-error. O ensayo-no tan error-ensayo-error-ensayo-éxito, he determinado que una buena forma de preparar un Mojito decente es la siguiente:

1. En un vaso highball (alto, largo) coloca unas cuantas hojitas de hierbabuena (las suficientes para que desprendan aroma pero no tantas que parezca un cultivo, unas 5 podrían servir dependiendo del tamaño), medio dedo de jarabe de goma (luego de algunas pruebas, se demostró que el azúcar es un poco más complicado de disolver en frío, y el jarabe cumple la función endulzante con menos esfuerzo) y el jugo de medio limón (previamente saca las pepitas si no quieres encontrar sorpresas en la cañita después #beenthere).

2. Lo ideal es que tengas un palito de mortero para chancar las hojas, porque en caso contrario no sé con qué lo harías (las manos no sirven, no). Y debes aplastar las hojas de manera que empiece a oler a hierbabuena.

3. Agrega ron al gusto (lo ideal es 1 onza y media. En términos sin medida, hasta llenar un poco menos de un cuarto de vaso).

4. Coloca 3 hielos (dependiendo del tamaño, uno más o uno menos) y agrega (lo que aun no logro descifrar qué es mejor): agua mineral, Evervess o Sprite. Personalmente, la “receta” que estoy compartiendo ha salido rica con Evervess, asi que #bemyguest.

5. Pon una cañita (no es lo mismo tomar mojito sin cañita porque puedes terminar tragándote todas las hojas de hierbabuena si lo tomas así nomás… aunque con cañita también hay riesgo de que te comas unos pedacitos) y disfrútalo.

Al final, lo importante es que sea refrescante, no tan dulce y puedas tomar varios y aún así bailar un poco de salsa cubana mientras fumas un habano #okno, pero algo así.

la foto (7)



jueves, 26 de abril de 2012

#EnfrentaréMiMiedo


El otro día estuve pensando, divagando y flotando entre todo y nada, y llegué a la conclusión de que el principal motivo por el cual las personas no actúan es el miedo.


Es verdad que el miedo puede a veces hacerte reaccionar para evitar consecuencias que no quieres ver, pero la mayoría de veces el miedo te paraliza, te mantiene inmóvil en un lugar y te imposibilita el tomar decisiones.


Principalmente creo que se debe al temor a lo desconocido. Miedo a no saber qué va a pasar después. Miedo a no poder predecir resultados o reacciones posteriores a la acción. Es el miedo a encontrarse en una situación peor.

En conclusión, es incertidumbre pura y dura. No saber nos enmudece, nos tortura. Pero más allá de eso, detrás de todo se esconden otro tipo de temores más profundos.

He decidido que es momento de enfrentar los miedos. Todos los tenemos, es perfectamente válido tener miedo. Sólo debemos identificarlos para poder superarlos.

Por este motivo he decidido usar este hashtag, a ver si más personas se apuntan conmigo a este reto.

Entre los principales miedos que he podido recopilar estos días de reflexión, compartiré los siguientes a ver si sirven de inspiración:

#EnfrentaréMiMiedo al qué dirán

#EnfrentaréMiMiedo a decepcionar a la gente
#EnfrentaréMiMiedo a equivocarme y fallar
#EnfrentaréMiMiedo a tener que volver a empezar
#EnfrentaréMiMiedo a decir que no

#EnfrentaréMiMiedo a tomar decisiones impulsivas
#EnfrentaréMiMiedo a exteriorizar mis sentimientos
#EnfrentaréMiMiedo a no tener siempre la respuesta correcta
#EnfrentaréMiMiedo a la soledad
#EnfrentaréMiMiedo a…


Y la lista de todos los miedos que están entre nosotros podría seguir. Sólo tenemos que descubrirlos.

¿Y tú, qué miedo vas a enfrentar?





domingo, 22 de abril de 2012

#LegendaryMoments

Siguiendo con el trend de los hashtags, que ya me pareció divertido, el otro día me puse a pensar que la vida está llena de momentos que vale la pena recordar y, un poco inspirada por una de las “catch phrases” de Barney Stinson de How I Met Your Mother, dije: por qué no intentar resumir esos momentos en #LegendaryMoments.

1. Año 2007, regresas de la universidad en el micro con un amigo que vive por tu casa y bajan, felices y contentos de volver a las 3 de la tarde a su casa un día de casi verano. De la nada te dice: creo que dejé mi celular en el micro. Y respondes: no me bromees. Y te das cuenta que no bromea cuando de la nada sale corriendo de tu lado intentando alcanzar al micro que ya avanzó como 2 cuadras y (felizmente) se ha quedado parado en una luz roja. Luego de 2 minutos ves a tu amigo corriendo de vuelta a ti con, no solo su celular, sino también con tu folder con separatas universitarias. #epicfail por haberlo dejado sin darte cuenta. #epicwin por recuperarlo por una casualidad del destino.

2. Más o menos por la misma época. El mismo micro, pero ahora ubicado en Miraflores. El mismo amigo, sólo que ahora él se va solo a casa. Tú y dos amigas lo acompañan en el paradero mientras el micro pasa. El micro pasa, el micro no piensa parar y lo abandonará. Él no se resigna y empieza a avanzar detrás del micro. El micro no para, él tampoco, sigue corriendo y sigue al micro desde Pardo, alrededor del Óvalo de Miraflores y sigue corriendo (por la pista) hasta Petit Thouars. Dicho sea de paso, en el camino iba gritándole cosas al micro que bien podrían resumirse en: #bitchplease micro, que te juras. Y, al fin, luego de varias cuadras, al final llegó a subirse… #win :)

3. Año 2010. Vas a la mitad de tu carrera y te encuentras con un profesor más vago que todos los alumnos de su clase juntos. Falta a clase cuando le da la gana y cuando va, no explica nada. La segunda mitad del ciclo deja “trabajos” con los temas que él debería haber explicado para que los alumnos den las clases por él y el curso en un desastre. Llega el final y te vas por 06. Sacas 07. Pasas el curso con 10.6 #likeaboss

4. Un día cualquiera. Te despiertas medio enfermo o con la flojera de la vida y piensas que sería una buena idea no ir a clase ese día. Sigues durmiendo y de la nada recibes mensajes (dado que no contestas el teléfono) que dicen que no hubo clase. Sonríes y sigues durmiendo. #epicwin, la próxima no tendrás tanta suerte.

5. Te vas de viaje con un presupuesto ajustado al interior del país. El primer día te invitan almuerzo, te invitan el trago y te ponen la juerga. El segundo día te olvidas de tu poco presupuesto y de la nada, te das cuenta de que te has quedado un poco pobre y si quieres hacer el tour a Tingo María, tendrás que ahorrar un poco en comida. Dicho y hecho, ese día no desayunas, y tampoco almuerzas. Tu única comida del día es un combinado de carnes (buenísimo por cierto) hecho por una señora en la cima de una montaña donde hay una laguna. Al día siguiente encuentras un menú de S/.2.50 que no podría ser más rico (#MadeinPeru for the win) y de regreso a Lima bajas del bus con S/.5 en el bolsillo para el taxi de regreso a casa. #Survivor :)

6. Ir de viaje, ahora al extranjero y al regreso perder el vuelo por culpa del clima. Estás en uno de los aeropuertos más grandes de todo el mundo, con una cartera y arrastrando un maletín más grande que tú y sin poder usar los teléfonos del aeropuerto para llamar a Lima. Felizmente existe algo que se llama iPhone. Lamentablemente el wifi tenía clave y costaba. Felizmente en una columna podías captar una señal intermitente y logras conectarte a whatsapp y decirle a tus papás que estás varada en Atlanta y no sabes a dónde irás. Lamentablemente la señal se iba y tenías que moverte como tarada intentando encontrarla de nuevo #sonsitamodeon. Luego de varias horas, tienes el número de un primo que vive en la ciudad, pero sigues sin poder usar los teléfonos del aeropuerto. Usas Twitter y te enteras que tu primo está yendo a buscarte, pero no sabes dónde estará. Apelas a la buena voluntad del señor de informaciones y te dice que no puedes usar el teléfono del counter porque el número de celular no es local. Pones cara de #epicfail y desamparo total y el señor se apiada de ti y te presta su celular #win. Te recogen, te llevan a comer pollo, tienes un sofá donde dormir y techo por una noche. Bendita sea la tecnología.

7. Competencia de atletismo. Postas 4x100. No has entrenado en todo el año y tus compañeras de posta están igual o peor que tú. Eres el último relevo y junto a ti correrá la chica que ha ganado todas las medallas en pruebas de fondo y velocidad. En resumen, para tu equipo, “lo importante es competir” #siclaro. Suena el disparo inicial y la carrera va igualada entre tu equipo y el del equipo “fuerte”. En el segundo relevo la distancia crece un poco y en el tercero un poco más. La barra de tu equipo empieza a perder un poco de esperanzas y simplemente animan para que queden segundas y no pierdan. En una prueba como 100 metros, cada segundo es importante y cuando el tercer relevo le entrega mal la posta a la chica que iba a rematar y el testimonio (es decir, el palito que se entrega en las postas) se cae al suelo y la chica se voltea, se agacha e intenta recogerlo, a ti te entregan el testimonio y sales corriendo mismo cohete impulsado por frejoles en lo que parece que es la carrera de tu vida. Ganar una posta así nunca había sido tan emocionante.

Definitivamente 7 es un número que queda corto para resumir todos los #LegendaryMoments que pueda haber vivido a lo largo de mi vida, pero creo que para un primer compendio es suficiente. Vendrán más… legen… wait for it… dary moments :) #BarneyStinsonStyle


martes, 17 de abril de 2012

Mini relato de un cobrador divertido

El otro día olvidé escribir acerca de mi experiencia en la combi. Hace tiempo no me pasaban cosas divertidas en el transporte público (antes, cuando andaba en el micro verde, a cada rato pasaban cosas graciosas).

En fin, resulta que estaba en el paradero y una combi pequeña se para frente a mí y yo dudaba si subir o no. El cobrador, al percatarse que yo miraba dentro a ver si había un sitio libre y/o podría entrar parada (cosa que la verdad era un poco complicado por la cantidad de gente), me dijo: entre señorita, que el micro es de su tamaño. Adentro puede bailar, cantar, la conversación es gratis.

Me dio risa su comentario y entré a pesar de estar más apretada que un… hot dog en pan árabe (ok, no sé de donde salió eso pero en fin). Como la combi ya estaba bastante llena, el cobrador le dijo al chofer que ya no pare, que vaya por la izquierda, porque no entraba nadie más.

En eso, el chofer para en una esquina a recoger a una chica y el cobrador dice: claro, solo por ser mujer la estamos recogiendo. Y el chofer imagino que le respondió algo así como: si quieres no la recogías (la verdad que no alcancé a escucharlo a él), pero el cobrador le dijo: como no la vamos a recoger! si es como mi tía, la hermana de mi madre.

Yo me reía, y más aún cuando al llegar al Puente el cobrador dijo: voy a contar hasta 20, si todos los que deben bajar no bajan cuando termine de contar, arrancamos. Y, dicho y hecho, empezó a contar (gritar en realidad), del 1 al 20 en pleno Puente Primavera… Claro, había gente que lo callaba, pero otros nos reíamos, porque bueno, al menos, a mí me hizo el camino más entretenido.


#10CosasQueDeboHacerAntesDeMorir*


Estaba pensando que:
- Últimamente no se me ocurre nada demasiado profundo para escribir en el blog.
- Soy adicta al Twitter y al uso de hashtags (es decir, esas frasesitas que se escriben #todojuntoconmichialfrente, para poder crear Trending Topics en Twitter… o simplemente para resaltar que #bitchplease, se usar un hashtag)
Entonces, se me ocurrió juntar ambas cosas y empezar a hacer posts con los hashtags de este tipo, a ver qué sale. De paso que escribo un poco, suelto los dedos y hablo un poco de mí.



Aver: #10CosasQueDeboHacerAntesDeMorir:

1. Escribir un libro y publicarlo (y agradecería mucho si lo compras y lo lees, o en su defecto, lo recomiendas entre tus amigos)


2. Viajar por Europa (de mochilera o sin mochila, da igual, pero quiero ir a Italia y comer pasta #JuliaRobertsstyle en Comer, Rezar, Amar)

3. Ir de viaje en crucero (y tomarme una foto mismo Rose en Titanic y cantar My heart will go on… #okno, solo la foto)

4. Ir al espacio (imagino que, si la ciencia y la tecnología siguen avanzando a este paso, eventualmente todos podremos ir al espacio a un módico precio, o tal vez podría empezar a ahorrar desde ya)

5. Manejar un Mini Cooper (y si es mío, mejor)

6. Hacer un roadtrip (con el playlist respectivo y muchos snacks para el camino)

7. Mecharme con alguien (verbalmente o a golpes, no sé, pero sé que alguien estaría orgullosa de mí si algún día lo hiciera)

8. Sentir que contribuyo en algo al mundo (sea con acciones o ideas que desencadenen acciones, la cosa es hacer un cambio y mejorar)

9. Solucionar todos los “issues” pendientes que pueda tener con la gente (aclarar temas, decir las cosas como son, simplemente hablar, puede hacer que vivamos días más tranquilos)

10. Cumplir mis metas y mis sueños (los de ahora y los que vendrán)

Si hay algo que no quiero hacer cuando ya sea demasiado tarde es decir: hubiera hecho esto… ahora no tengo fuerzas para hacerlo.


*No sé quién habrá empezado ese hashtag pero llegó a mí gracias a @liadasilva, a quien dedico el punto número 7 de la lista.

domingo, 15 de abril de 2012

Relato de una desperate house-no-wife

La semana pasada mis papás salieron de viaje y yo hubiera tenido una semana totalmente forever alone de no ser porque mi prima vino a quedarse conmigo. En teoría, se supone que ella “me cuidaría”, que no haga sonseras, que no me caiga innecesariamente o que no queme mi casa, imagino.

Antes de que ella llegara, un lunes por la noche, yo había regresado de la chamba y tenía hambre. Decidí que me haría un pan con huevo frito y a la hora de intentar prender las hornillas, lo que esperas que no suceda cuando te quedas solo, sucedió: se había acabado el gas.

Afortunadamente, había un balón de gas adicional para cambiarlo y pude prender las hornillas. Luego, recordé que el calentador de agua de mi casa era a gas también y debía volver a prenderlo si quería ducharme con agua caliente. Eso no pude hacer. Por dos razones que descubrí en mi primer intento: era muy pequeña para llegar al hueco donde tenía que meter el fósforo y tenía solo 3 fósforos que la verdad no quería ver gastarse por mis inútiles intentos de llegar al hueco.

En fin, mi prima llegó un rato después con los fósforos adicionales que le pedí y entre las dos prendimos el calentador a la primera. Problema resuelto.

Dije más arriba que mi prima me cuidaría, en teoría. Resulta que al final yo terminé siendo algo así como la madre de familia, o, como me autonominé: una desperate house-no-wife (porque era una ama de casa desesperada, pero sin ser esposa). Ella trabaja a 2 cuadras de mi casa, por lo que cuando yo salía para mi chamba, ella aún seguía durmiendo. Todas las mañanas le dejaba su jugo de naranja (recién exprimido, obvio) y la lonchera en la refrigeradora.

Igual la convivencia fue bacán. Cada una por su lado, conversábamos de rato en rato y para mí, fue una muestra de cómo sería tener una hermana. El resto de la semana transcurrió con normalidad. Mi tía nos invitó un día a cenar a su casa y el resto comíamos comida previamente preparada y congelada por mi mamá, almacenada en múltiples tapers en la congeladora.

El sábado, el último día de pseudo-soledad, mi prima se fue temprano y yo decidí que sería una buena idea ir a Wong a comprar naranjas y pan para el desayuno del día siguiente. A la hora de subirme al carro, otra cosa que esperas que no suceda cuando te quedas solo, sucedió: el carro no prendía.

A pesar de mis cortos-casi nulos conocimientos de mecánica, presentía que el problema era de la batería, pero la verdad no tenía idea de cómo solucionarlo. Luego de hacer llamadas con la esperanza de que me den una solución, decidí ir al grifo de la esquina de mi casa, donde el supervisor y un cliente me dieron la idea (obvia, que no se me había ocurrido), de llamar al seguro para que me den corriente.

Llamé a Mapfre, y vino una grúa enorme y escandalosa con un señor amable que me explicaba lo que estaba haciendo con los cables y, en menos de 30 minutos, el carro prendía de nuevo. Algo rescatable es que felizmente me di cuenta de la situación a las 5 de la tarde y no a las 11pm, cuando tenía que ir al aeropuerto a recoger a mis papás.

Llegando casi al final del día y el relato, no podía terminar sin tener otra situación graciosa por contar. A la hora de llegar al aeropuerto, sabía que tenía que acercarme bastante a la maquinita que da el ticket de estacionamiento y me acerqué bastante. Y, de nuevo mi pequeño tamaño me jugó en contra, ya que, por más que estirara el brazo, no iba a llegar, por lo que tuve que quitarme el cinturón y sacar medio cuerpo por la ventana para apretar el botón. Y volver a hacerlo para retirar el ticket de la ranura. Mientras, tenía una fila de carros detrás mío observando toda la situación y yo, entre roche y ataque de risa, seguía avanzando pensando en que, a pesar de todo, fue una semana bastante divertida.


viernes, 6 de abril de 2012

Divagaciones vol. LXXVIII “En un parpadeo”

Muchas veces quisiera que las cosas volvieran a su lugar con tan solo dar la vuelta, mover las manos frente a mi cara o simplemente parpadeando.

Todo sería más rápido y sencillo si con tan solo un abrir y cerrar de ojos pudiéramos arreglar las cosas, retroceder el tiempo, deshacer palabras, pegar un corazón roto.

Pero no podemos. Arreglar cosas tarda incluso más tiempo que destruirlas. Romper es muy fácil. A cada rato se rompen cosas. Se caen, se quiebran, se rajan, se parten en pedacitos que a veces ni el Uhu Stick que pega más los puede pegar.

A veces avanzamos unos cuantos metros y al darnos la vuelta nos damos cuenta lo mucho que cambia lo que hemos dejado atrás. Muchas veces abandonamos nuestras propias creaciones, nuestros logros, nuestros sueños.

Todo puede cambiar en un segundo. En un parpadeo. Lo peor es que no podemos predecirlo. A veces nos olvidamos de pensar y simplemente actuamos. Hacemos cosas sin pensar en lo que vendrá después, porque, después de todo, qué importa qué vendrá después si vivimos ahora.

No podemos predecir el futuro (al menos el común de mortales no podemos hacerlo), no podemos detener el tiempo, pero sobre todo, no podemos predecir la reacción de la gente. En toda interacción intervienen dos personas o más y lo que una construye puede ser fácilmente destruida por otra.

Dicen que darte a conocer a alguien complemente es darle el poder de destruirte por completo. Con tan solo una palabra, a veces sin palabras, con tan solo una mirada, tras un simple parpadeo. Pasas de ser todo a ser nada, en solo un segundo.

jueves, 5 de abril de 2012

Divagaciones vol. LXXVII “Es que eres piña”

Es muy conocida esa Ley de Murphy que dice que “no importa la fila en la que te pongas, esa fila siempre será la más lenta”, o algo así… Algo que me pasó hoy me hizo recordar un conjunto de acontecimientos que pasaron hace varios años, creo que 1999, cuando fui de viaje con mis papás a Venezuela.

Resulta que en ese viaje, esa Ley de Murphy se aplicó a la máxima potencia en todos los aspectos imaginables. Todo empezó en el aeropuerto de Lima, cuando, al hacer el check in (luego de hacer la siempre interminable cola), nos tocó la señorita más lenta que podría existir en los counters de la aerolínea (que no recuerdo cuál era, la verdad). Preguntaba todo, se demoraba el doble, revisaba todo, le daba mil vueltas a todo, se iba, regresaba, y a nuestro lado ya habían pasado como 2 o 3 personas con su boarding pass y todo listo.

Al llegar al país de destino, hicimos la cola para pasar migraciones. La cola no avanzaba. Nada. Decidimos cambiar a la del costado, que estaba avanzando. Y obviamente, la anterior empezó a moverse y nosotros seguíamos en la misma posición. En esta ocasión decidimos quedarnos en la misma cola hasta que empezamos a avanzar y cuando ya iba a ser nuestro turno, al hombre de migraciones se le ocurrió que era su hora de almuerzo y dejó toda una fila desamparada hasta que llegó su reemplazo de cambio de turno.

Durante el viaje creo recordar que pasaron un par de cosas más de ese estilo, ya sea en un restaurante o en alguna tienda, pero el colmo fue al volver a Lima. En esa época no habían “mangas” en los aeropuertos. Es decir, bajabas del avión por la escalera y tenías que:


a) Caminar hacia la puerta y entrar al aeropuerto si estabas cerca
b) Esperar un bus que te lleve a la puerta del aeropuerto si el avión estaba más lejos.


En este viaje fue el segundo escenario y, obviamente, la puerta por la que estábamos (la de atrás) fue desatendida por el bus. Es decir, todos los buses iban a la puerta delantera y nos dejaban olvidados, hasta que por fin empezaron a apiadarse de nosotros y paraban en esa puerta también y luego de unos cuantos turnos logramos subir.

La conclusión de ese viaje fue, como mi mamá le dijo a mi papá: “es que eres piña”. Y resulta que a él normalmente le pasan esas cosas en las filas o lugares donde hay que esperar. Y eso nos trae al día de hoy, año 2012, tiempo presente, que fui a Makro con mis papás a hacer compras monumentales (bueno, no, pero compramos varias cosas grandes xD) y más nos demoramos en la caja que eligiendo lo que íbamos a comprar.

Nos tocó la caja con el chico más lento de todos. Definitivamente era nuevo, ya que cada vez que marcaba un producto se fijaba en la pantalla que fuera el producto adecuado y hacía las cosas tomándose el doble de tiempo que los demás (vi a las personas de otras cajas irse con sus compras a pesar de que tenían más artículos que nosotros). Para terminar, al parecer no sabía usar el sistema para pagos con tarjeta de crédito porque tuvo que llamar a la supervisora para que arregle algo que había salido mal.

En fin, eso que pasó hoy me hizo recordar al viaje en que realmente la ley de Murphy estuvo en todo su esplendor. Al parecer, el ser piña nunca se quita, a pesar de que pasen los años.

miércoles, 4 de abril de 2012

Vive, no te conformes con existir

Hay personas que parece que desbordan energía, que les han puesto una batería durable (o que se recarga bastante bien por las noches) así mismo conejito Duracell.

Yo creo que solía ser así. Tenía mucha energía y estaba llena de actividades. Luego el tiempo te va cambiando. Empiezas a tener otras cosas de qué preocuparte, ocupas tu tiempo en “cosas importantes” como estudiar, terminar el colegio, ingresar a la universidad, seguir estudiando, terminar la universidad, conseguir chamba… y dejas de moverte tanto entre lo que realmente te apasionaba.

Pasan los años y, entre tantas cosas y tan poco tiempo, son pocos los momentos que puedes dedicarte a ti mismo. Lo veo en mí, lo veo en la gente que me rodea.

Ahora siento que prácticamente la energía que me queda al final del día es casi nula, pero, siguiendo un consejo que llegó como volando, todos los días, luego de trabajar, trato de tener otras actividades que hacer, para no sentir que todo es chamba, que vivimos para trabajar y nos olvidamos de vivir.

Me pongo a pensar y es cierto: ya no tengo que estudiar regresando a mi casa, no tengo que ir a dormir a clases (sí, mi último año me dormí en todas las clases de las 7am), no tengo que hacer nada más que trabajar… y aún así a veces me cuesta volver a lo que me gustaba: sentarme a escribir en el blog (como estoy haciendo ahora), escuchar música y no hacer nada más, sólo escuchar música, tocar piano, leer un libro por horas, dormir sin pensar en la hora, hablar por todos lados con todo el mundo… en fin…

Me cuesta dedicarme a esas cosas porque a veces el día acaba y no me quedan fuerzas para pensar en nada. Escribir requiere un momento de reflexión y darle vuelta a las palabras. Escuchar música viene acompañado de un comentario de: no estás haciendo nada, haz algo! Leer un libro puede ser difícil cuando los ojos están cansados y se cierran. Dormir temprano ya es casi imposible, por costumbre, y dormir hasta tarde en días laborales, un sueño.

Pero, como todo, es cuestión de querer hacerlo y que queden ganas y fuerzas para eso. Mi meta para el 2012 es lograr dedicarme a lo que realmente me gusta. Sentir que cumplo conmigo al hacer lo que me llena, y por default cumplir con lo que la sociedad espera de mi: Que trabaje, que tenga ingresos para sobrevivir y pueda vivir bien.

Como varias veces he dicho: vive, no te conformes con existir. Y si podemos ser felices en el camino… hay que aprovecharlo!

domingo, 4 de marzo de 2012

Esta relación adictiva tiene nombre propio

Sí. Twitter se está convirtiendo en una relación cada vez más adictiva.

Una de las razones por las que abandoné un poco (bastante) el blog ha sido Twitter y su microblogging. También hay otras razones, pero ahora no vienen al caso.

De acuerdo a mi perfil, me creé la cuenta un 26 de junio del año 2009. Y me pasó lo que le pasa a todos, creo. Al principio no sabes qué poner. Al menos yo me sentía rara intentando compartir experiencias o pensamientos en 140 caracteres. Me preguntaba, qué decir y qué no?

Poco a poco empiezas a ver lo que ponen los demás. Empiezas a seguir a tus amigos, celebridades, gente random, personas comunes y corrientes, individuos como tú: con sus dilemas, pensamientos sueltos, problemas, etc. Y te empiezan a seguir. Y se crea toda una red de contactos muy interesante y dinámica. Una red de la cual luego es difícil escapar.

Creo que el perfil de cada tuitero se va configurando según su propia personalidad pero también de acuerdo a la gente que sigue. Al leer a los demás, uno se va dando cuenta de que puede compartir cosas simples como bizarras.

Twitter te permite conocer gente, de todos lados, de mundos distintos al tuyo, de realidades opuestas, con ideas distintas, con contenido interesante que compartir. Twitter también te hace reencontrarte con personas de tu pasado que tenías guardadas en rincones de tu baúl de la memoria.

Una ventaja de esta red social, que también podría verse como desventaja, según como se mire, es que no es necesario preguntarle a alguien por su día si es que ese alguien comparte todo lo que hace a cada momento. Basta con leer para saber cómo está, en qué anda, qué le preocupa, qué está haciendo, qué va a hacer, qué planea e incluso a dónde irá a continuación.

Digamos que para muchos, Twitter puede parecer una herramienta acosadora (“stalker”). Para mí, Twitter y el microblogging se convirtieron en algo más cómodo, fácil y rápido que el blog tradicional. No tenía que elaborar mucho, sólo pensar en cómo decir algo sin pasarme del límite de caracteres. O solo decirlo sin pensar.

Escribir un post de un blog requiere de todo un proceso de pensamiento y redacción que demanda más tiempo. Toda una pre-elaboración de contenido de forma que sea de fácil lectura, entretenida y a la vez completa. Twitter te permite escribir y compartir lo que piensas y sientes en un segundo (o más, dependiendo de la velocidad de tu Internet, o lo que te demores en escribir).

Yo tuitera 2012 he evolucionado al punto que ahora escribo hasta por las puras como dicen algunas personas que me siguen. Sin embargo, creo que han terminado por acostumbrarse y darse cuenta de que de eso se trata. Escribir, sin esperar una respuesta muchas veces. Simplemente es satisfacer esa necesidad de expresión que muchas veces no basta con decirlo a una pared. Es mejor decirlo en Twitter, donde al menos hay alguien que te va a leer.

De eso se trata: botarlo todo, para que no te carcoma por dentro.

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